
Los orígenes de las Hermandades de la Soledad, según la tradición se remontan al quince de agosto de mil doscientos treinta y tres, cuando estando siete nobles florentinos reunidos celebrando la vigilia de la Asunción, se les presentó la Santísima Virgen y les encomendó que fundaran una orden para venerar su dolor. En mil trescientos cuatro, Benedicto XI, aprobó la orden de los Servidores de María “Servitas” y es a mediados del siglo XVI, cuando se extienden por todo el Reino de Castilla con la advocación de La Soledad.
Si bien no existen datos concretos de la Fundación de las Hermandades del Dulce Nombre de Jesús y Nuestra Señora de la Soledad, ambas existían con anterioridad al día quince de enero de mil quinientos sesenta y nueve, fecha que aparece en el Decreto de aprobación de las Reglas más antiguas que se conservan, en las que consta la fusión de las dos Hermandades “….que esta Cofradía y Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, esté unida con la Cofradía y Hermandad del Nombre de Jesús, hasta tanto que las buenas gentes nos ayuden con sus limosnas para tener casa donde nos congreguemos por entero.”
Desde entonces y hasta nuestros días La Hermandad y Cofradía de Nazarenos del DULCE NOMBRE DE JESÚS Y NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD, está establecida en su Capilla propia, sita en el número cuatro de la calle Marquesa Viuda de Saltillo (antigua Sinoga, llamada después de la Soledad y Canalejas), de la Ciudad de SANLÚCAR LA MAYOR.
Han sido muchas las vicisitudes por las que ha atravesado esta Hermandad, según se desprende de la lectura de los libros de actas y cuentas conservados en la Hermandad y los datos que la tradición oral nos ha ido dejando hasta nuestros días.